¿Alguna vez has sentido que tu equipo no responde como esperabas? Que das una instrucción y, en lugar de acción, lo que recibes son miradas perdidas, excusas o, peor aún, silencio incómodo. Y entonces te preguntas: ¿será que no me entienden? ¿O será que no saben hacerlo?
Aquí hay una verdad incómoda: muchas veces, el problema no es tu equipo. El problema eres tú. Sí, tú. Porque el liderazgo efectivo no se trata de dar órdenes y esperar que las cosas se hagan solas. Se trata de asegurarte de que lo que estás pidiendo sea claro, útil y, sobre todo, posible.
Y para lograrlo, hay 3 preguntas clave que todo líder debe hacerse antes de abrir la boca y pedir algo. Estas preguntas no solo te ayudarán a evitar frustraciones, sino que también te convertirán en un líder más efectivo, alguien que no solo pide, sino que guía y facilita:
1. ¿Esto realmente aporta algo?
La primera pregunta es la más obvia, pero también la que más nos saltamos. ¿Lo que estás pidiendo realmente va a sumar? ¿Va a mover la aguja en los resultados de la empresa? ¿O solo es algo que se te ocurrió porque sí, porque “hay que hacer algo”?
Aquí el error común es confundir actividad con productividad. Que tu equipo esté ocupado no significa que esté avanzando. De hecho, según un estudio de Gallup, solo el 26 % de los empleados sienten que sus líderes les asignan tareas que tienen un impacto real en los objetivos de la empresa. El resto está ocupado en actividades que, aunque parecen urgentes, no aportan valor.
Antes de pedir algo, pregúntate: ¿esto va a generar un resultado tangible? Si la respuesta es no, reconsidera. Un liderazgo efectivo se trata de priorizar lo que realmente importa.
2. ¿Esto es viable?
Ok, supongamos que lo que estás pidiendo sí aporta. La siguiente pregunta es: ¿se puede hacer? Porque muchas veces pedimos cosas que suenan bien en teoría, pero en la práctica son un desastre. ¿Tienes los recursos necesarios? ¿El tiempo? ¿Las herramientas? Si la respuesta es no, entonces no estás pidiendo algo viable, estás pidiendo un milagro.
La mayoría de los proyectos fracasan debido a una mala planificación y a la falta de recursos. Y no, no puedes culpar a tu equipo porque no lograron lo imposible. Si no les das lo necesario para hacer su trabajo, el problema no es de ellos, es tuyo. Así que, antes de pedir, asegúrate de que lo que estás pidiendo esté dentro de lo razonable. Eso es liderazgo efectivo: saber qué pedir y cómo pedirlo.
3. ¿Mi equipo sabe hacerlo?
Esta es la pregunta que más nos duele hacer, pero también la más importante. ¿Tu equipo sabe hacer lo que estás pidiendo? Porque, ojo, no es lo mismo que algo sea fácil para ti a que sea fácil para ellos. A veces, lo que para ti es obvio, para ellos es un mundo completamente nuevo.
Según un estudio de LinkedIn, el 94 % de los empleados permanecería más tiempo en una empresa si esta invirtiera en su desarrollo profesional. Si tu equipo no sabe cómo hacer lo que estás pidiendo, no importa cuántas veces se lo repitas: no lo van a hacer. Y no es porque no quieran, es porque no pueden.
Aquí tu trabajo como líder es asegurarte de que tengan las habilidades, la capacitación y la claridad necesarias para ejecutar. Si no lo haces, estás pidiendo peras al olmo. Y eso, definitivamente, no es liderazgo efectivo.
¿Y si ninguna de estas es el problema?
Si ya te hiciste estas tres preguntas y todo parece estar en orden, pero tu equipo sigue sin hacer lo que pides, entonces el problema no es lo que estás pidiendo, sino cómo lo estás pidiendo.
¿Estás siendo claro en tus expectativas? ¿Estás dando seguimiento? ¿O simplemente estás soltando órdenes al aire y esperando que todo se resuelva solo? Porque, déjame decirte algo: el liderazgo efectivo no es solo decir qué hacer, es asegurarte de que se haga. Y eso requiere estar cerca, escuchar y, sobre todo, guiar.
Pide menos, pero pide mejor
Al final del día, un liderazgo efectivo no se trata de pedir más cosas, sino de pedir las cosas correctas. Si quieres que tu equipo te siga, asegúrate de que lo que estás pidiendo tenga sentido, sea viable y esté al alcance de sus habilidades. Y si no es así, entonces es momento de replantearte qué estás haciendo como líder.
Porque, al final, un buen líder no es el que siempre tiene la razón, sino el que sabe hacer las preguntas correctas.
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